onsdag, april 01, 2009

Estetas entre desechos

El Sr. Lamedon me ha hecho llegar este excelente artículo de Kiko Amat publicado el 1 de Abril de 2009 en el suplemento Cultura|s de La Vanguardia de Barcelona.



1. Hoy no me podía levantar, y no era porque el fin de semana me hubiese sentado fatal. Era porque ayer estuve acordándome de la FM de 1986, cuando la radio parecíaun concurso interminable de A Ver Quién Hace la Canción más Espantosa: Venezia (Hombres G), Cruz de navajas (Mecano), La puerta de Alcalá (Ana Belén y Víctor Manuel)... Estos monstruosos atentados 80's contra el decoro y la razón me impiden dormir, y mi alma no encontrará reposo hasta que sus autores pidan disculpas, cumplan condena, rediman sus atrocidades.
Eso no significa que la radiofórmula de hoy sea mejor, ni mucho menos, pero es imperativo ir
cauterizando las purulentas nafras que residen en nuestra psique musical colectiva, y por algún lado hay que empezar.

2. Me estoy enrollando, perdonen. Les he dado este contexto para que entiendan lo que significaron grupos como Los Negativos en 1986. Lo increíblemente extrañas que resultaban en el pop algunas actitudes que hoy se dan por sentadas, y el valor que se requería entonces para manifestar posiciones estéticas que en el 2009 son moneda (más o menos) común. Lo que quiero decir es que, en plena época de ultramodernidad 80's de pega –todo el look estaba fusilado del
constructivismo y el expresionismo– mirar a los 60's en busca de inspiración (como hicieron ellos) era anatema, una cosa de bichos raros, era buscarse la ostracización mediática más absoluta. Y, ¿saben qué? A ellos les daba igual. Los Negativos eran cuatro barceloneses amigos de infancia (Carles, Valentí, Alfredo y Robert), unidos como grupo en 1984 por una pasión común: los sixties. Los de los primeros Stones, los Beatles del Rubber Soul, los Byrds, la nouvelle vague, jerséis de cisne negrosybotines cubanos, Peter SellersyMichael Caine. Estetas “aburridos de un mundo sin Brian Jones” (como afirmaron en una canción) a los que sólo interesaba leer a Byron y Baudelaire, tocar el sitar, hornear galletas de jengibre y hacerse peinados de Príncipe de Beukelaer. Dandis entre basura, en resumen, exploradores con caleidoscopio que marcarían el camino a seguir, aguerridos habitantes de un mundo privado, realmente pequeño, invisible a los
ojos de la postmovida, el diseño catalán y Arsenal. Eso les salvóy condenó a la vez. Sin nadie mirando y con el gran público concentrado en cantar You're in the army now, Los Negativos
pudieron concentrarse en lo suyo. La casa discográfica Victoria –creyendo quizás que aquello era
lo que se llevaba, que era música joven– les dió completa libertad artística, y el grupo se encerró durante semanas en los estudios Aprilia armado de clavicordios, pianos, guitarras Rickenbaker y vibráfonos. No sé si ha quedado del todo claro, así que voy a repetirlo una vez más: en 1986, estas cosas no se hacían. Ir con esas pintas y extraños cortes de pelo por la calle era, a los ojos de la gente, un síntoma inequívoco de demencia o homosexualidad rampante. Tocar instrumentos
de otras décadas en un mundo mainstream que –inocente– creía haber entrado de lleno en
la era de las computadoras era... Algo, en fin, que hacían sólo los locos del manicomio, una aberración anacrónica propia de luditas enfebrecidos. Piknik caleidoscópico, su álbum de debut de 1986, sería el primer resultado de aquella fiebre.

3. ¿Cuánta gente compró Piknik caleidoscópico? Nadie y todo el mundo. Nadie porque, obviamente, no desencadenó un alzamiento pop ni desbancó a Olé Olé o a Jennifer Rush de las listas. Pero, aun así, los medios le prestaron atención y llegó a vender cerca de 15.000 jemplares,
una cifra que ni en sueños alcanzarían hoy sus equivalentes en el underground más underground.
Además, hacia 1987, todos mis amigos lo tenían; estaba en todas las colecciones de todas las habitaciones en las que entré. Tenerlo era una afirmación de ideales bonitos en el marco de una cultura institucional más deshonesta, vacía y reaccionaria que nunca. Por aquel entonces, a mediados de los ochenta, o eras de Los Negativos (o Brighton 64, o Brioles, o Último Resorte...) o eras de Mecano, PSOE y Bosé. Tenías que escoger un lado de la valla, y mejor que te lo pensaras
bien; era una decisión crucial. Como dice Billy Childish: si alguna vez dudas sobre lo que te gusta de veras, piensa en lo que te gustaba a los 16; eso es lo que te gusta, en el fondo de tu corazón. Y, bueno,amí a los 16 me gustaban Los Negativos. Los amaba con una intensidad, con una devoción que hoy me parece imposible ser capaz de aplicar a otro grupo. Piknik caleidoscópico, Los Negativos: eso es lo que me gustaba entonces y, por consiguiente, lo que me gusta ahora. Gracias a Dios que escogí bien.

4. Todo esto que acabo de contarles no es fruto de un repentino ataque de nostalgia senil; además, la nostalgia ya no es lo que era. No, les he contado todo esto porque el grupo regresa a los escenarios para presentar Dandies entre basura, un artefacto imprescindible para terminar
el fascinante puzzle que eran Los Negativos. Para los fans, reseguir la lista de canciones incluidas
en el disco es pulsar un resorte automático de taquicardia: pues aquí están canciones míticas del
grupo que nunca llegaron a incluirse en sus dos LP oficiales. Canciones sólo escuchadas en cochambrosas maquetas en directoo mencionadas sin aliento por fans más veteranos: Calles vacías, Fotos del ayer (prestadaaBrighton 64) o Sacerdotisa de la carne eléctrica. Los Negativos
han agarrado estos temas y los han unido a otros nuevos (el tracklist abarca desde 1984 hasta el
2008). Y los han rehecho, negándose a editar algo por mera arqueología. Pero no teman: no hay una versión house de Parque portugués. Para ellos, retocar significa meter otro clavicordín por aquí; soltar un par de trompetas Love por allá; remodelar aquella otra en clave folk. Y el resultado de todo ello es un disco de apabullante pop, anclado firmemente en unos referentes cronológicos concretos (1965-1968) pero extrañamente atemporal y perenne, como las cosas grandiosas siempre son. “Cuanto sé lo aprendí entre surcos de vinilo y vermouth”, cantan en Dandies entre basura; y uno podría responderles, sin miedo a exagerar: Y cuanto sé yo lo aprendí entre surcos de vinilo de Los Negativos. Me inclino ante ustedes, señores. |
Los Negativos

Kiko Amat

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